YOGA
El cielo se llena de aire travieso,
que circula haciendo piruetas.
Las nubes se mueven voluptuosas
y corretean en desbandada.
Los pájaros se deslizan
como acróbatas en el circo.
Las semillas del olmo saltan en paracaídas,
mientras se mecen en el aire.
Ya en el suelo brincan
en remolinos de tío vivo
sobre las cabezas y hombros
de transeúntes somnolientos.
Las flores impregnan el aire
de aromas y fragancias sutiles,
que aspiran agradecidos
los pulmones disciplinados
en clases semanales de yoga.
Las burbujas de oxígeno reaniman,
pero también envejecen.
El vaivén de los pulmones
en un tic tac biológico
de diez mil soplos diarios
acuna, acompasa,
columpia y dirige
una marea gaseosa
con pleamar y bajamar.
El yoga enseña a alimentarse
de un aire sabio y asceta
que siempre deja saciados
de sosiego y de esperanza.
Los brazos juegan con el aire
como aspas de un molino.
Las piernas se afirman
al suelo, como juncos
mecidos por la brisa.
Sus cuerpos flotan como barcos
en un mar de estrellas
con pulmones como velas
henchidas de la energía
que el sol impulsa en abundancia.
El saludo al sol es como
una maniobra marinera
para emprender un viaje
a través del aire y el silencio
que les conduce a su propio yo.
Los mantras son músicas
que resuenan en el espacio
como eco de las estrellas.
José Mª Castilla (10-5-10)
Poesía recibida en el blog de parte de un gran serafin que ha querido compartirla con nosotros y transmitirnos la importancia de la respiración, en nuestro bienestar.
ResponderEliminarEspero que os guste.
Gracias otra vez, José María.
Un abrazo.
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ResponderEliminargracias